RELATO. Escrito hacia el 15 del 8 de 1999.
En la madrugada una calle en cuesta, solitaria, de la zona de la ciudad universitaria, se llena de historias que no habrían de escribirse jamás.
Una joven bien parecida y vestida con un pequeño traje ajustado, hace sonar sus tacones mientras sube aceleradamente la calle empinada. Un bulto oscuro se coloca tras ella y comienza a avanzar. La joven se percata. Trata de acelerar más el paso y tropieza. Un zapato queda un paso más atrás. Duda un instante si volver a recogerlo, pero el bulto que la sigue está acercándose. Decide abandonar el zapato. Presiente que está en grave peligro y debe salir de allí cuanto antes. Al final de la empinada cuesta podrá encontrar ayuda.
Pasan apenas 5 segundos y oye como el bulto recoge el zapato y reanuda la marcha, ahora más veloz. Casi puede sentir los jadeos a su espalda. Comienza a correr. Diez coches más y saldrá de la empinada calle. Su pie calzado la hace perder el equilibrio y cae. Sus rodillas quedan heridas. La sangre brota a través de sus medias negras desgarradas. Trata de incorporarse. Debe seguir… pero ya es demasiado tarde.
Siente su traje ajustado recorriendo sus muslos. Al instante un profundo dolor la hace gemir. El perseguidor la ha cogido por el pelo, la ha desnudado de dos desgarrones de su ropa interior, y de un solo empujón brutal la ha hincado algo en el culo produciéndola un terrible dolor al desgarrar algunos tejidos internos. Un jadeo de satisfacción se escucha. Ella respira con fuerza tratando de liberarse. Ahora es consciente de que un desconocido ha clavado su polla hasta la raíz de un solo golpe en su ano y se lo ha destrozado. Siente como el hombre se prepara para una nueva embestida. Percibe como la polla va saliendo de su agujero y como ,justo a continuación chorros de sangre afloran al exterior resbalando por su coño y sus muslos. Cierra los ojos. Espera la segunda embestida helada de terror. Esta vez la sangre actúa de lubricante y la polla entra más fácilmente. Poco a poco las penetraciones se hacen más rítmicas. El desconocido jadeo de manera profunda de placer. La joven llora en silencio. Mantiene los ojos apretados sin ver el momento en que termine su martirio. La duele el ano, pero sabe que lo más seguro es que el desconocido se corra en su interior o quizás en su vulva en cosa de un minuto, dos a lo sumo. Lo mejor es aguantar y soportar el dolor. Con suerte, se canse de ella si ve que no ofrece resistencia. Sabe que la mayoría de los violadores necesita ver a su víctima suplicar y retorcerse para lograr su satisfacción plena y…
Sin mediar un segundo el desconocido cesa su ímpetu sobre el agujero desgarrado. Directamente dirige su atención y sus deseos a los labios vaginales que permanecen mudos tratando de pasar desapercibidos disfrazados de sangre. La joven abre los ojos desconcertada. Tenía que haberse corrido en su culo. Estos maricones no aguantan más de tres empujones. ¿Qué está pasando? La joven escucha una leve risa que responde a su pregunta. Percibe unos ojos clavados en su precioso coño rasurado. Como un resorte, reacciona instintivamente tratando de salvarse de más dolor… pero una mano firme empotra su cabeza contra el asfalto imposibilitando cualquier intento de huir. El choque cae de lleno sobre su cara y es suficiente como para partir la ceja, el tabique y un diente de la joven. El suelo comienza a teñirse de sangre casi en el acto. Por apenas dos segundos la joven pierde el conocimiento. En otras circunstancias podría haber estado inconsciente varias horas… pero ahora su organismo colapsa de adrenalina sus vasos sanguíneos provocando unas reacciones anormales de su comportamiento. Al reanimarse prácticamente no siente las profundas heridas que han destrozado su cara. Sólo piensa en su coño. El haber sufrido el destrozo de su ano ya ha sido suficiente. En su seno anida una vida, una vida que ella desea ver nacer. Si sufre algún daño en su vagina, lo más seguro es que haya unos procesos irregulares del periodo, mientras sanan los tejidos… y la vida se perdería. Todo eso en el mejor de los casos.
La risa del desconocido cesa… cuando ve a la joven dirigir pesadamente una mano de su boca a su coño. Sin llegar a comprender se queda unos segundos paralizado contemplando la inesperada maniobra de su presa. Unos segundos que aprovecha la joven para lubricar al máximo su sexo con su saliva… a la vez que se masturba para dilatarse más fácilmente. Cuando se dispone a llevar un nuevo cargamento de saliva hasta su coño, siente romperse sus entrañas. Su improvisada preparación no ha sido ni por asomo suficiente. Con un gruñido de animal el desconocido ha hundido su polla en el deseable agujero reventándolo. El insoportable dolor obliga a la joven a acurrucarse irreflexivamente cometiendo un terrible error sin ni siquiera haber sido consciente de sus movimientos reflejos. Al acurrucarse, su coño desaparece entre sus piernas, lo que provoca la cólera del desconocido que comienza a golpear con sus puños la frágil espalda y lumbares de la joven. De nuevo por acto reflejo y debido a la acumulación de golpes y por el dolor ahora más intenso de sus riñones y columna, la hace ahorquillar su espalda, con lo que su sexo vuelve a quedar expuesto. Para evitar que se repita el importuno, el tipo mete su brazo por la parte púbica de la joven y tirando fuertemente consigue mantener su culo empinado y accesibles sus agujeros. Con la otra mano la vuelve a empujar la cabeza contra el suelo. Esta vez la joven tiene más suerte y el golpe la cae en la frente, con lo que se abre una nueva brecha. Pero ella no siente el dolor de la nueva herida. De nuevo siente como la polla del tipo destroza su vagina causándola un dolor que sólo la adrenalina que exuda por su piel consigue hacerla soportar sin perder el conocimiento.
Afortunadamente parece que sus deseos se cumplen. Apenas tres empujones han bastado para sentir como el tipo se corre en lo más hondo de su coño. El tipo la descabalga exhausto. Siente como la leche comienza a brotar de su raja multiplicada llegando a gotear hasta el suelo creando un apestoso charco de sangre, lefa y flujos vaginales.